Quizás había fracasado en el intento de amar, de dar, de compartir... Y todo aquello se había convertido en lamento. Pero ya no. Nadie mejor que él mismo para darse cuenta de lo que era. En todo este tiempo se había endurecido. No sabía si como una roca o como una simple piedra de arena que al rozar el suelo se hacía añicos, pero algo cambiaba. Él era el resultado de si mismo.
"No te amargues con tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño, recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. "
Tu eres el resultado de ti mismo. Pablo Neruda.
Amén.
ResponderEliminarHey :)
ResponderEliminarMuchas gracias jeje
Por aquí he visto también muy buenos textos!
Si no te importa, te meto a la lista de blog, vale?
un beso
Me encanta Pablo Neruda, lleva toda la razón cuando somos el resultado de nosotros mismos: nosotros con nuestras acciones, decisiones, lamentos y todo lo demás.
ResponderEliminarUn saludo!
simplemente, me encanta...
ResponderEliminarA veces caemos en el error de querer que otros carguen con nuestro peso... Es simple, aquí estamos de paso... y de paso tenemos que vivir...
ResponderEliminarUn besito!
ya estoy echando de menos una entrada...
ResponderEliminarDios mío que pequeño se queda mi blog al lado del tuyo, mira que no te conozco de casi nada pero no esperaba para nada esto de verdad, si sólo con leer el título ya me has conquistado...
ResponderEliminarque escribes realmente bien se queda pequeño.
Y como a partir de ahora te voy a leer (que no espiar), te sigo :D