lunes, 29 de diciembre de 2008

"Esto también pasará"

Le calmaba. Recorría kilómetros con el volumen alto, se daba cuenta de que era lo único que le funcionaba para no pensar… o pensar demasiado.
Le seguía dando vueltas, ¿Por qué continuaba rondando su cabeza? Ya no era la persona por la que se había dejado llevar.

Se encontraba en el momento mas oscuro, había dejado el lamento y el llanto a un lado, pero algo seguía golpeando su cabeza como si de un martillo pilón se tratase, de forma irrefrenable. Tenía la sensación de que todo lo pasado no había sido real, sino una mentira o una broma de mal gusto. “No me valoró jamás” retumbaba dentro de él día y noche.

“Esto también pasará” se grabó un todopoderoso Rey en su anillo, y al que solo recurriría en el mayor momento de desesperación.

Y eso pensaba él, que todo pasaría. Pero tenía miedo, desde su posición no vislumbraba el final.

martes, 23 de diciembre de 2008

Se dio cuenta de que era afortunado cuando le dijeron "Queremos estar contigo. Estaremos contigo". En aquel momento le daba igual que uno de ellos confundiera las nueces con castañas, que otro nunca le devolviera los juegos y que el más alto solo ocupara el último lugar por hacerle parecer mucho mas bajo.

Todo eso no importaba cuando ellos estaban dispuestos a compartir la noche más vieja con un par de botellas y un amigo en horas bajas.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Era capaz de irse a la cama, taparse del todo hasta que no se le viera ni un solo pelo del cuerpo y colocarse en posición fetal pensando que no había consuelo posible. ¿Tiempo?

Que el tiempo lo cura todo es algo que se le puede decir a cualquiera que haya sufrido por algo, sea lo que sea, es un comodín tan universal como inútil y que para nada le reconfortaba.

Mientras persistía en la distancia, la apetencia seguía ahí, quieta y punzante, flotando en su ser, dispuesta a atacar de nuevo.

martes, 16 de diciembre de 2008

La caja.

Llevaba tiempo pensando en ello, pero no había tenido valor. Abre el armario y justo al fondo, tras unas sabanas antiguas y algo de polvo esta ella. La saca con cuidado, esconde muchos recuerdos, los mejores.

Se sienta delante de ella y duda si abrirla o no, algo le ata a esa caja. Levanta la tapa y ve su letra, sus regalos y una foto que una buena amiga le recomendó conservar aunque fuese fuera de su vista.

Escarba en ella y no llega a imaginar como algo tan pequeño puede contener tanto. Va sacando lo que contiene, porque sabe que en el fondo, como casi siempre, se encuentra lo más importante y doloroso a la vez. Antes de llegar encuentra un par de bolígrafos, algo de arroz inflado, golosinas que tras el tiempo se han convertido en madera, fotos con un tono amarillento y muchas cartas que de momento evita.

Lo último que queda por descubrir es un pequeño libro que al abrirlo, siente que ya tiene su tiempo por el olor que desprende. Confidencias que ya han caducado. “No lo puedo evitar, te voy a echar demasiado de menos…” es la primera frase y tras ella decide dejar de leer. Ojos rojos, labio mordisqueado y manos temblorosas… ¿Existe realmente la necesidad?

Todo aquello había pasado ya… y le viene a la mente la máxima del avestruz: aquello que no vemos, sencillamente no existe.
No se trata de ignorar el problema, sino que poco a poco consiga sepultarlo con una montaña de pequeñas cosas.

Posa la caja en sus rodillas y la tapa. Sabe que algún día, cuando esta fase de enojo y resentimiento haya pasado, será capaz de abrirla y recordar aquellos momentos como lo que fueron.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Mi primera vez.

Empiezo nueva etapa en mi vida y con ello estreno blog. Trataré de expresar todo lo que acontezca a mí alrededor y en la mayoría de ocasiones terminaré hablándoos de la gente que me rodea, que al fin y el cabo es lo que nos acaba marcando.

Semana cargada de nuevas sensaciones, algo a lo que no estaba acostumbrado. Soy de los que prefieren la coherencia al caos, lo previsible a lo imprevisible y sobretodo lo palpable a lo que se oculta a los ojos y los sentidos.

Los sentimientos que se han generado durante esta semana duelen, pero son tan fuertes que se han podido convertir en una resolución inquebrantable. Por un momento, y a pesar de todo, cambias de postura. El tiempo pasa y no queda otra que seguir caminos diferentes. Es destructivo no soltar amarras.

Los diestros médicos del ánimo inventaron el modo de endulzar la verdad, pues cuando saca de un engaño es la amargura quintaesenciada.

Pierdo la rutina de los días, la comodidad de lo cotidiano, la seguridad de lo que conozco por la ilusión de algo nuevo y la expectativa de algo mejor. Quizás sea momento de dedicarse al caos, a lo imprevisible y a todo lo que se oculta tras mis ojos. Quizás.