jueves, 16 de julio de 2009

Como si de un ser inerte golpeándose contra un muro se tratase, insistia e insistia pese a que le habían dado por obvio, no en una si no en dos ocasiones, que aquel nunca sería su camino.

Pensar en el destino no era suficiente, asi que mientras nadie a su alrededor se percatase, él insistia, sin darse cuenta, en derribarSE a base de cabezazos.

Sin darse cuenta, la distancia era mínima entre el auto-engaño y la fé... Pero era mejor estar de su bando.